Opiniones
El día que Vargas Llosa aplaudió

-Una noche histórica en Casa de Teatro, donde la literatura bajó del pedestal, se sentó en primera fila y aplaudió de pie al teatro dominicano-
Por Danilo Ginebra (*)
La Chunga, la obra de Mario Vargas Llosa que escogimos para su puesta en escena, respondía en forma y contenido a un teatro contestatario y moderno. Esta obra no solo reflejaba una crítica incisiva de la sociedad, sino también una visión audaz y contemporánea del teatro. Tras el estreno, cuando don Mario asistió a la función, se comprometió conmigo a enviarnos su próxima obra para llevarla a escena. Un compromiso que, con el tiempo, se concretó con el estreno de Al pie del Támesis y su presencia en el estreno.
Es difícil olvidar aquella noche en Casa de Teatro, cuando el estreno de La Chunga adquirió una dimensión completamente nueva con la inesperada presencia de su autor, don Mario Vargas Llosa.
Faltaban apenas treinta minutos para que comenzara la función cuando mi hermano Freddy me avisó: Álvaro, su hijo, estaba comprando diez boletos para asistir junto a la familia. Ya venían en camino.

Avisé de inmediato a don Mariano Lebrón Saviñón (EPD), quien tendría la responsabilidad de presentar nuestra puesta en escena. Además de ser un ilustre intelectual, don Mariano era padre de nuestro amigo Mario, quien interpretaba a Josefino. Le pedí que se preparara para recibir al autor y dedicarle la función. En ese entonces, Vargas Llosa aún no había recibido el Nobel, pero don Mariano, con su habitual certeza, afirmó que ese honor no tardaría en llegar. Y así fue.
Una noche cargada de historia
El aire estaba impregnado de una emoción difícil de explicar, como si supiéramos que vivíamos un momento irrepetible. No solo por el estreno, sino por la presencia de uno de los escritores más grandes de nuestra lengua, sentado como un espectador más, atento al escenario.

La Chunga se presentó por primera vez en República Dominicana en 1989, con Olga Bucarelli en el papel protagónico. Aquel montaje del Teatro Gratey marcó la llegada de la dramaturgia de Vargas Llosa a nuestras tablas. Fue una puesta intensa, con un elenco que se entregó por completo al drama.
El elogio que nos marcó
Más de una década después, la obra volvió a escena, esta vez con Yanela Hernández como protagonista. Invitamos a don Mario al estreno, y nos distinguió con su presencia. La interpretación fue tan conmovedora que asistió dos veces. Al final, subió al escenario y expresó que era una de las mejores versiones que había presenciado, adaptada con sensibilidad a la realidad dominicana.
En el camerino, elogió a Yanela, llenándonos de orgullo a todos.
La producción fue reconocida como la mejor puesta en escena del año, y Yanela recibió una nominación como mejor actriz. Quienes integramos el equipo vivimos uno de esos instantes en los que el teatro y la literatura se abrazan de forma inolvidable.
Una promesa cumplida
Para nosotros, que tuvimos la responsabilidad de dirigir La Chunga y adaptarla a nuestro país, fue —y será— una experiencia imborrable. Vargas Llosa se despidió con la promesa de enviarnos su próxima obra tan pronto estuviera lista.

Y así fue. En 2010, recibió el Premio Nobel de Literatura, confirmando lo que don Mariano ya anticipaba. Aquel día en Casa de Teatro quedó en la memoria como algo más que un estreno: fue un acto de comunión entre el arte y la vida, entre el autor y un público que lo abrazó.
La segunda visita
En 2012, volvimos a invitarlo y, una vez más, nos honró con su presencia en el estreno de Al pie del Támesis, también en Casa de Teatro, con las actuaciones de Patricia Muñoz y Hensy Pichardo.

Vargas Llosa no solo asistió, sino que compartió con el elenco, participó en ensayos y nos acompañó durante cinco días como uno más. Ese compromiso con el teatro, esa cercanía con los artistas dominicanos, lo convirtieron en parte viva de nuestra historia escénica.
Un legado en las tablas
Tuve el privilegio de dirigir dos de sus obras y de formar parte de esas puestas en escena, tanto con el Teatro Gratey como con actores independientes. Viví el honor inmenso de verlo aplaudir de pie.
Aquella noche quedó grabada en nuestra memoria y en la de todos los presentes: un recuerdo luminoso, tejido con teatro, literatura y amistad.
El aplauso de entonces fue también un tributo a una generación, y al puente invisible que tendieron entre sus palabras y nuestras voces. Porque hay noches —pocas— en que el teatro se vuelve literatura viva. Y en esas noches, como aquella, la historia se sienta en primera fila.
Gracias, don Mario Vargas Llosa
Hoy, desde el recuerdo, desde la gratitud y desde las tablas que lo recibieron con respeto y admiración, despedimos a don Mario Vargas Llosa. El autor que estuvo entre nosotros en dos ocasiones memorables, distinguiéndonos con su presencia, compartiendo platea, camerinos y aplausos.

El escritor que, desde este país, escribió La fiesta del Chivo, abriéndole al mundo las puertas del horror y la memoria dominicana con una prosa implacable.
Nuestro más sentido pésame a su familia, a sus lectores y al universo de la lengua española, que pierde una voz colosal. En Casa de Teatro quedará siempre su huella. Y nosotros seguiremos diciendo sus palabras sobre el escenario, como quien enciende una luz frente a la ausencia.
Gracias, don Mario, por su presencia, por su generosidad, y por ese aplauso que hoy le devolvemos de pie.
(*) El autor es director de teatro, publicista y gestor cultural, reconocido por su innovación y compromiso con los valores patrióticos y sociales. Su dedicación al arte, la publicidad y la política refleja su incansable esfuerzo por el bienestar.
