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Opiniones

El dilema del futuro del PRM: ¿Una oportunidad o un riesgo?

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Milton Olivo

Por Milton Olivo (*)

En la República Dominicana, un creciente sentimiento de descontento recorre las calles y se deja sentir en cada rincón del país. Este resentimiento, aunque ignorado por aquellos que más deberían prestarle atención, tiene el potencial de redefinir el futuro del poder en la nación.

Los ciudadanos, son cada vez más conscientes, que los grupos oligárquicos tradicionales tienen como único interés apropiarse de todas las riquezas y bienes inmuebles del país, sin importar el bienestar de la población.

Este sentimiento de injusticia ha sido alimentado por años de concentración de poder económico en pocas manos. Los sectores más poderosos de la sociedad dominicana han buscado dominar el país no solo a través del control económico, sino también a través de la influencia política.

Este fenómeno se ve reflejado en el despojo sistemático de recursos y riquezas estratégicas, que antes pertenecían al pueblo, pero hoy están en manos de unos pocos.

Un ejemplo claro de este proceso fue el destino de los ingenios azucareros del otrora poderoso Consejo Estatal del Azúcar (CEA). Estas tierras, que sumaban cuatro millones de tareas, fueron absorbidas por actores poderosos, quienes controlan a su antojo una de las industrias más importantes del país.

De manera similar, los terrenos de San Souci, así como las empresas de la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE), fueron entregadas sin ninguna retribución para el pueblo dominicano. Esta concentración de riquezas y poder ha dejado a las mayorías excluidas, sin acceso a las oportunidades que podrían haber creado.

El resultado de este proceso ha sido claro: incremento de los niveles de desempleo, inseguridad y delincuencia que afectan la calidad de vida de los ciudadanos. Las grandes promesas de desarrollo económico prometida con la entrega de estos bienes a los grupos oligárquicos, el tiempo ha demostrado que fueron una falacia.

Si han reflejado la ausencia de interés de promover una justa re-distribución de la riqueza y el debido incremento de la inclusión social. Haciendo, eso si, cada vez más evidente la desconexión entre los intereses de los grupos oligárquicos y las necesidades del pueblo.

En este contexto, en el presente el PRM enfrenta un dilema fundamental para su futuro como partido en el pode. ¿Volver a sus orígenes Peñagomista, buscando un candidato que represente al pueblo, con un perfil cercano a la base popular que lo catapultó al poder?

O, por el contrario, ¿debe arriesgar su estabilidad y continuidad política aupando su dirección a candidatos que evidentemente respondan a los intereses de los grandes grupos económicos, los mismos que históricamente han perpetuado este sistema de desigualdad?

El futuro del PRM dependerá de la decisión que se tome ante este dilema. Un retorno a sus raíces populares podría significar un compromiso con el cambio y la justicia social. Sin embargo, optar por candidatos ligados a los intereses económicos podría sellar su destino, alejándose de los ideales que lo posicionaron como una alternativa al viejo régimen político.

Este dilema no solo tiene implicaciones para el PRM, sino también para la democracia en la República Dominicana. La manera en que este partido responda a las demandas de justicia social y a la necesidad de un verdadero cambio determinará si el país sigue retorna a la tradición de ser gobernado por unos pocos al servicio de los grupos dominantes,  o si realmente se avanza en la construcción de  una nación más equitativa para todos.

(*) El autor es escritor, y activista por una Quisqueya potencia.